"Si hay una canción con la que recuerde inmediatamente a mi papá, Álvaro Guerra, es con Bohemian Rhapsody de Queen. Y ahí empieza la lista interminable de canciones, géneros y artistas que han influido mi vida, herencia suya. Él fue un tiquete a muchas atracciones del mundo, determinantes en mi carrera.
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Mi casa era un paraíso para mis amigos que amaban la música o el cine, y claro, para mí, porque tenía una colección de películas en DVD y de discos, todos originales, claro. Me inculcó siempre el respeto por la legalidad. Está en contra de la piratería y como fue la persona que trajo Tower Récords a Colombia, conocía el manejo de la industria y todo el esfuerzo que había detrás de un artista, de un productor, de un equipo.
Mi papá siempre ha sido mi héroe, de hecho, cuando era pequeña, me vestía como él, hablaba como él y pasaba mucho tiempo a su lado. Me decían “Alvarita”. Yo estaba realmente enamorada de mi papá. Disfrutaba las reuniones con sus amigos porque me gustaba estar con gente grande, escuchar sus chistes (que para mí siempre eran los más graciosos), guardarme los olores que lo caracterizaban: la gamuza de sus chaquetas, el cuero de la silletería de su carro, la colonia Roger & Gallet... Muchas cosas que se han quedado grabadas en mi memoria, entre esas, también el valor del trabajo.
Mi papá creció entre Jesuitas, estuvo en el seminario y antes de terminar conoció a su primera esposa, una mujer muy especial, y se fue a París junto a ella. Estudió filosofía y literatura latinoamericana en la Sorbona. Además, trabajó como corresponsal de Caracol Radio. Después regresó a Colombia y empezó una carrera laboral distinta a la que había hecho. Trabajó en publicidad y fue gerente general del periódico El Tiempo. Sin duda, uno de los mejores momentos de su carrera.
De ahí salió una de las frases que lo identifican y que me ha transmitido siempre: “Al que más tiene más se le pide”, una máxima que apela a tener un nivel de compromiso constante, una responsabilidad total para responderle a la vida y estar a la altura de las oportunidades, como él.
Si me preguntan qué cualidad de mi papá debería tener un padre en la actualidad, yo diría que el poder de dedicarle tiempo de calidad a sus hijos y mezclarlo bien con su desarrollo profesional. Para mi papá siempre fue vital compartir tiempo con nosotros (mis dos hermanos y yo), a pesar de que tenía muchas actividades por cumplir, se preocupaba por hacerlo todo bien, incluso ser compinche de mis amigos. Hoy en día me manda fotos con ellos, tomándose un trago. Tenemos una camaradería impresionante, él me ha permitido desarrollarme de manera individual, respetando mis gustos, pero a la vez apoyándome en todo, el equilibrio ideal.
A mi papá lo pienso siempre, especialmente cuando me subo a un avión. Voy a cumplir 28 años y todavía tengo una costumbre que seguíamos cuando yo era pequeña: hago un conteo antes de que el avión despegue, empezando en el número 10. Cuando estábamos juntos, nos tomábamos de la mano y nos mirábamos mientras lo hacíamos. Hoy lo hago sola, pensando en él y en todas las enseñanzas que me han convertido precisamente en esto que soy"
Foto: Cortesía Revista Vea