Foto: Archivo Cromos.
Decidida a no verse como una más del montón, Gabrielle “Coco” Chanel, una aspirante a modista, se quitó el corsé y las pieles y se puso prendas sencillas y holgadas hechas en jersey (material con el que se confeccionaban las prendas para hombres).
Una decisión riesgosa, pero que con el tiempo resultó ser la más acertada. Su pasión por la moda y su deseo de libertad femenina le abrió camino entre la aristocracia francesa, que vio en la irreverencia de sus diseños un sinónimo de estatus. Por eso, su primera boutique la abrió en Deaville, la cual, gracias a estar tan cerca de París, era el lugar de encuentro de la clase alta de la ciudad.
Sigue a Cromos en WhatsAppHabría podido conformarse con esta buena racha, pero Gabrielle siempre iba un paso delante. A su colección de ropa le sumó un perfume, Chanel No. 5, que desde 1921 es símbolo de feminidad. A la botellita le siguieron una línea de maquillaje, más perfumes, hasta llegar al atemporal Little Black dress (el vestidito negro), una prenda tan osadamente sencilla que revolucionó la moda por ser duradera, versátil y asequible.
Lo mismo ocurrió años después con su famosa chaqueta de tweed. No había detalle que se le escapara. Las celebridades se enamoraron de sus trajes y, de esta manera, le otorgaron a la marca el reconocimiento internacional del que todavía presume, incluso después de la muerte de Coco en 1971. (Te puede interesar: Murió el icónico diseñador Karl Lagerfeld).