Coleccionables del sur

A todas luces, no son las referencias disponibles habitualmente en los supermercados, pero sí los mismos nombres de las marcas que también atienden las preferencias del público que solo quiere disfrutar de una copa y nada más.

Fotografía por: Cortesía

Todavía nadie se encuentra con los nombres de Argentina o Chile en las famosas pujas de Sotheby’s o Christie’s. En sus salones, todavía las pujas o los golpes del martillo se aplican, casi con exclusividad, a las joyas enológicas de Francia, Italia y España, con botellas que sobrepasan los US$30.000 por unidad. Sin embargo, algunos vinos, añadas y marcas de los dos reconocidos productores del Cono Sur comienzan a llamar la atención entre los coleccionistas, quienes ya no los buscan solamente por el placer de beberlos, sino que empiezan a comprarlos por inversión.

Seguramente algunos lectores ya se habrán deleitado con varios de estos vinos o, al menos, estarán familiarizados con las bodegas que los engendran. Otros tantos encontrarán aquí la excusa para ponerse al corriente de una nueva tendencia.

Tanto Chile como Argentina elaboran vinos desde el siglo XVI, a partir de la llegada de los primeros conquistadores, misioneros y colonos. Durante los siguientes 300 años primaron los procesos rústicos de elaboración, con variedades de poca calidad enológica.

Pero, a partir de 1980, argentinos y chilenos iniciaron un programa de revolución tecnológica y comercial, que los obligó a ampliar sus fronteras comerciales hacia el mundo exterior. Ya en los años 90 habían aparecido varios vinos sudamericanos de culto, inspirados en las grandes casas europeas. La lista es cada vez más larga y nadie duda en decir que los vinos del Cono Sur han alcanzado clase mundial.

Figuran entre ellos los Malbec y Cabernet Sauvignon de Luján de Cuyo, Valle de Uco, Altamira y Gualtallary, en la parte alta de Mendoza. También hay que agregar los Malbec y Pinot Noir de la región de Río Negro, en Patagonia. Chile, por su parte, brilla con sus Cabernet Sauvignon clásicos del Valle del Maipo, lo mismo que con los tintos de la región de Aconcagua. De estos puntos cardinales provienen, justamente, varios coleccionables sureños, con precios que van desde los US$100 hasta los US$680 por botella.

De Argentina, según registros de Wine-Searcher, se pueden mencionar vinos como Catena Zapata Estiba Reservada, Agrelo, Luján de Cuyo (US$676), Domaine Nico Soeur et Freres Le Paradis Pinot Noir, Mendoza (US$299), Felipe Rutini Blend, Valle de Uco (US$289), Viña Cobos Volturno Cabernet Sauvignon, Luján de Cuyo (US$274), Catena Zapata Adrianna Vineyard Mundus Bacillus Terrae Malbec, Gualtallary (US$270), Bodega Noemía Malbec, Río Negro, Patagonia (US$154), Walter Bressia Última Hoja, Luján de Cuyo (US$134), Luigi Bosca Icono, Luján de Cuyo (US$128), Bodega Monteviejo Lindaflor La Violeta Malbec, Vista Flores, Valle de Uco (US$126) y Achaval Ferrer Finca Altamira Malbec, Valle de Uco (US$115), entre otros.

De Chile sobresalen Viñedo Chadwick, Valle del Maipo (US$324), Montes Taita, Valle de Colchagua (US$231), Viña Von Siebenthal Tatay de Cristóbal Carménère, Aconcagua (US$203), Viña Almaviva, Puente Alto (US$170), Cono Sur Silencio Cabernet Sauvignon, Valle del Maipo (US$142), Errázuriz Kai Carménère, Valle de Aconcagua (US$141) y VIK Milahue, Tagua (US$136), entre otros.

A todas luces, no son las referencias disponibles habitualmente en los supermercados, pero sí los mismos nombres de las marcas que también atienden las preferencias del público que solo quiere disfrutar de una copa y nada más.