¿Qué pasa cuando ella gana más que él?

Las parejas modernas deben enfrentarse cada vez más a este reto ¿Cómo manejarlo?

Por Redacción Cromos

25 de abril de 2024

Ella le regaló flores a su marido y lo invitó a cenar en un costoso restaurante para celebrar su nuevo cargo en la empresa, el de directora, con el que no sólo tiene más responsabilidades sino que gana tres veces más que su esposo. Está contenta, se siente útil, capaz, realizada. Él, en cambio, odia el trabajo de ella. Le cuestiona las llegadas tarde a casa, las llamadas de su jefe al celular, el descuido en la crianza de los hijos. Se siente abandonado, tiene miedo de perderla, siente envidia y no sabe expresar su inconformidad.

Muchos dicen que el amor no tiene precio. Sin embargo, para las parejas de hoy no es posible amar sin hacer cuentas. El doctor dinero, causante del 40% de las separaciones por incompatibilidad financiera y ascenso profesional no compartido, está más presente que nunca.

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Las parejas se desgastan en cuentas y no logran ponerse de acuerdo, menos aún cuando ella gana más. Para muchos hombres, lejos de ser una bendición, es una verdadera tragedia. Y aunque sanas, estas discusiones de autorregulación también terminan eclipsando el encuentro íntimo y agobiando el vínculo. Muchos evitan dejar las cuentas claras al principio de la relación. Sin embargo, son los más fieros al calcular en los divorcios.

Según Bernard Prieur, autor del libro Dinero y pareja, “las parejas hablan de su pasado, de sus traumas, hablan de sexo, de fantasías, pero no de dinero”. Es un tabú. Y resulta que a la hora de la negociación del amor es muy importante hacer las cuentas y comunicarnos sobre este tema y, más todavía, recibir con gusto y sin amenaza el éxito económico de las mujeres.

El patriarcado agoniza y tras 20 siglos de desigualdades, las mujeres han conseguido equidad incluso en el ingreso. Aunque estaban en las mismas condiciones académicas y de competencias, los hombres eran los que ganaban los mejores salarios. Ellas han roto el techo de cristal que no las dejaba crecer, han descifrado el pacto masculino excluyente y hoy son muchas las que ganan mucho más que sus maridos.

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Qué les molesta a los hombres

Pero sucede que los hombres que ganan menos que sus parejas se sienten avergonzados, amenazados en su papel histórico de proveedores, piensan que han perdido una de las bases de la masculinidad. Dinero es igual a poder y respeto, esto se lee como autovalía. Ganar menos que su mujer es faltar como hombres, es ser menos, es valer menos, es perder la hombría, pues tiene asociado de manera negativa que se es en tanto se gana. Los hombres se creen del tamaño de su sueldo. En cambio para ellas el dinero no es símbolo de su feminidad. Más allá de jerarquías y competencias, ellas viven un anhelo democrático y cooperativo, y aunque los hombres se han creído mejor para manejar el dinero, son ellas las de mejores inversiones.

Cuando ellas ganan más, invierten en lo privado, en el bienestar del hogar; ellos quieren comprar estatus: un supercarro, el mejor computador. Para ellas, ganar más es ganar libertad e independencia, para ellos es perder su derecho legítimo de controlar, poseer y dominar.

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La lucha por la nivelación

Ella triunfa cada vez más y él parece desvanecerse en el mundo económico. Derrotado y cabizbajo, sólo recibe la compasión de otros hombres. Al principio la pareja busca estrategias para esconder esta realidad. Ella no quieren que nadie se entere, ambos sienten vergüenza y mienten a su familia y a sus amigos acerca de la desproporción de sus ingresos. Como sucede en países como Suecia y Estados Unidos, donde se han hecho estudios al respecto, ella intenta nivelar la relación entregando el dinero a su hombre, tratando de evitar el impacto negativo en él. Se siente mal, no quiere perder a su pareja ni a su familia. Él se pone peor y da rienda suelta al chantaje emocional y a las cuentas de cobro.

Entonces ella se convierte en una especie de motivadora. Quiere genuinamente que él surja, que recupere la confianza. Lo recomienda, lo empuja, lo motiva, le paga cursos hasta que, agotada, le entrega todo. La dinámica oculta del hombre herido, que no soporta que ella gane más, es castigar su éxito perpetuándose en su fracaso o estancamiento. Es una lucha manifiesta de poder en la pareja a través del dinero. Así, la mujer llega a una encrucijada muy dolorosa, que la puede llevar de manera inconsciente a buscar los viejos modelos de dependencia y sumisión con tal de ser amada.

Juntos pueden elegir una manera de integrar la economía al amor.

Juntos pueden elegir una manera de integrar la economía al amor.

La mujer pública y la privada

Puede que, incluso, la cosa empeore. Mientras que ella en la empresa debe justificar su sueldo todo el tiempo frente a otros hombres desconfiados, en casa, de puertas para adentro, sucumbe ante la presión del hogar. Hay un hombre disminuido por el que ella se deja caer. Él, de pie, posee el dinero de ella, no la deja ayudar a sus padres o prestarles a sus amigas; en cambio propone gastarlo en inversiones y negocios que parecen trasnochadas resurrecciones. Es más una manera de perder el dinero, de quedar endeudados de manera que ella pierda poder y retorne a la zona de fragilidad donde puede manejarla y controlarla.

Dinero vs. amor

El objetivo en la vinculación de pareja es la felicidad. La mayoría de las parejas se valen del dinero para potenciar y condimentar esa felicidad. La paradoja es que muchos pierden su felicidad tratando de hacer plata y después pierden su plata tratando de ser felices.

El dinero es un gran detonante de temas ocultos o no resueltos en el ámbito personal o de pareja. El dinero también provoca emociones, se viste de amor, de poder, de felicidad, de independencia, de sexualidad. Es parte fundamental de la relación. Lo aprendimos en el hogar, cuanto por ausencia o presencia nuestros padres discutían, está íntimamente ligado a la felicidad y a la tragedia. Dependiendo del valor que cada pareja le dé al dinero, del significado que tenga de él, dependerá también la convivencia.

En todo caso, las parejas en conflicto no pueden caer en la tentación de detener el progreso de ella a la espera de que el hombre se nivele; tampoco dejar que el hombre se sienta disminuido. Juntos pueden elegir una manera de integrar la economía al amor, creando una administración solidaria en donde cada uno pague según el porcentaje de ingresos y festejen que lo importante no es quién gane el dinero sino cómo se usa para fortalecer el encuentro.

Por Redacción Cromos

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