Aprovecha la menopausia para mejor la relación con tus hijos

Más allá del cese de la actividad hormonal en los ovarios, esta etapa puede ser el reencuentro y renacimiento de un excelente vínculo maternal.

Por Redacción Cromos

29 de julio de 2014

Aprovecha la menopausia para mejor la relación con tus hijos
La menopausia, una oportunidad para mejor la relación con tus hijos

La menopausia, una oportunidad para mejor la relación con tus hijos

La diferencia entre vivirla como una enfermedad o un despertar radica, cómo en casi todos los procesos humanos, en la forma en que se mire, la actitud con que se asuma y los significados que se le asignen. Esta tarea ha de ser asumida por cada mujer, pero los seres queridos, especialmente los hijos, pueden ayudar a que este difícil pero importante tránsito sea más agradable, llevadero, fructífero y significativo. ¿Cómo hacerlo?

Lo primero es cambiar nuestra mirada de la menopausia: no es una enfermedad, no es el inicio de la decadencia femenina: es una transformación y tal vez una de las más importantes en la vida de una mujer. Esto suena difícil de creer ya que somos una sociedad obsesionada con la juventud de Peter Pan y los superficiales valores del niño eterno. Cuando miramos un poco más allá y pensamos, no solo en el éxito y la acumulación, sino en la realización y la plenitud del alma, entendemos que únicamente la madurez nos otorga la experiencia y el espacio anímico necesarios para asumir virtudes como la serenidad, la humildad, la autenticidad, la ecuanimidad, el desapego, el coraje, la sobriedad, la inocencia y el retorno a la acción esencial.

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Por eso si hasta entonces no has podido verla con grandeza, anestesiado por la incondicionalidad de su amor, o atrapado por los pequeños dolores de la convivencia, es la hora de hacerlo. ¿Por qué no pensar que ha llegado su hora, el momento de darle libertad para mirarse, quererse, cuidarse, mimarse y encontrarse?

Es importante entender que la menopausia implica grandes cambios fisiológicos. Normalmente viene acompañada de síntomas como bochornos, irascibilidad, volatilidad emocional, decaimiento anímico, dificultad para dormir, cambios en la memoria y el pensamiento. Todo esto es normal y con el tiempo y un adecuado acompañamiento y autocuidado, llegará a un nuevo equilibrio. Por eso no te enganches. Dale espacio, dale abrigo y siempre respeta sus necesidades. No le agregues leña al fuego. Ella está pasando por una turbulencia, entonces la mejor forma de aproximarse es con quietud y suavidad.

La menopausia viene de la mano de la crisis de la mitad de la vida, donde uno se replantea su sentido y la escala de prioridades existenciales. Por eso, no le digas que vuelva a ser la de antes, no la invites al pasado. Dale fuerza y seguridad para confrontar sus verdades y replantear su futuro. Deja que sienta las emociones inherentes a cualquier crisis de sentido: tristeza, miedo, ambivalencia, inseguridad, entusiasmo, etc. Y no te sorprendas cuando sus pensamientos, opiniones y actitudes sean completamente nuevos. Para las personas más afortunadas, la crisis de la mitad de la vida es como un cataclismo que trae una transformación sin antecedentes.

Es muy probable que la menopausia coincida con la partida de la casa de los hijos. Esto profundiza la crisis, ya que la maternidad es el único sentido de la vida para muchas mujeres. Pero esto es una ilusión que cae cuando se constata que los hijos no son de los padres y parten para hacer su vida. Ayúdale a entender que puedes vivir sin ella, a pesar de tu infinito agradecimiento, y que tú eres consciente de que su vida no termina contigo, que tu no eres, ni pretendes, ni quieres serlo todo para ella. Líbrala de la carga de seguirte dando y aliéntala a que empiece a hacer cosas para ella misma.

Lo más importante es que la ayudes a desafiar esa imagen detestable que dice que la belleza solo se encuentra en la juventud. Es imprescindible que recuperemos el lugar de la madurez en nuestras vidas. Porque todo tiene su momento y la plenitud humana solo se encuentra cuando caen los espejismos y demonios de la juventud y asumimos una nueva vida cimentada en las verdades que uno se tarda otra media vida en aceptar,  y en el desapego que nos dan las despedidas.

Por Redacción Cromos

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